martes, 15 de junio de 2010

Reencarnación "La Reencarnación NO es una Invención Reciente"



La Reencarnación existió en los primeros años de la era cristiana, cuando llegaron a Palestina sacerdotes budistas dispuestos a hacer labor proselitista e intentaron enseñar, entre otras cosas, el concepto de Reencarnación, que fue aceptada por esenios y gnósticos, así como por filósofos como: Orígenes, Plotino y los santos Agustín y Francisco y el propio Jesús. Sin embargo, no prosperó, en especial a partir de 583, cuando Justiniano pidió al Sínodo de Constantinopla que determinase qué textos sagrados podían ser aceptados y cuáles rechazados. Al Papa no parecía importarle esto demasiado, pero se impuso la opinión de Teodora, esposa de Justiniano: decidió que era mejor para el pueblo ignorante no creer en una Reencarnación, sino en un paraíso y en un infierno, al que iría a parar quien no obedeciera a las autoridades eclesiásticas.

Todo lo que oliera a Reencarnación fue suprimido y nadie se atrevió a disentir de la opinión de Teodora, porque se le temía más que al Diablo. Sin embargo, el Nuevo Testamento conservaría algunas oscuras referencias a la Reencarnación. 


En Mateo 11,14, Jesús se refiere a San Juan Bautista diciendo que “Elías va a llegar” y, en Mateo 17,12, dice Jesús que “llegó Elías sin conocerlo nadie”. ¿Sugiere esto que Juan fue la reencarnación de Elías?

Como puede verse, esto de la Reencarnación no es una invención reciente y es curioso observar que sea en la India, en algunos países de Asia y entre los esquimales donde se haya producido mayor número de casos, en los que no hubo jamás necesidad de recurrir al hipnotismo ni de hacer regresiones en el tiempo. 


Veamos el caso de Reena Gupta, quien no cumplía aún 2 años de edad cuando dijo a su abuela que su esposo la había matado de una cuchillada en el vientre. Sucedió esa confesión en 1967, en Nueva Delhi. La niña pasaba el día en el balcón de su casa y cuando le preguntaban por qué, contestaba que esperaba ver pasar a sus hijos: tres niñas y un varón. Un día, explicó a su tía Pshupa que el esposo se había accidentado al tratar de arrancar en su moto. Estas historias dejaron perplejos a los familiares de Reena.

En 1968, se escapó, cuando la llevaban al mercado. Fueron a encontrarla hablando con una anciana que dijo conocer de sus tiempos de casada. 


La niña contaba la historia a todo el mundo. Alguien recordó, entonces, lo sucedido años atrás en el barrio de Manakpura, donde un hombre mató a su mujer. Se realizaron unas investigaciones y vino a hallarse a cierto Sardar Kishan Singh, padre de la mujer asesinada. 


Cuando este individuo y su mujer acudieron a casa de Reena, la niña los reconoció al instante. Visitaron también a Reena los dos hermanos de la víctima, cuyo nombre era Gardep Kaur y había sido asesinada el de 2 de junio de 1961.

Reena los reconoció también y los llamó por el apodo que tenían. Se supo que el esposo asesino se llamaba Surjet Singh y que fue condenado a cadena perpetua, pero que salió por buena conducta. En 1975 poseía un taller de reparación de bicicletas. Cuando supo de lo sucedido, acudió a ver a Reena, quien se asustó. Temía que el hombre la matara de nuevo. 


Surget confirmó todo lo que la niña dijo, como -por ejemplo- que se molestó cuando ella se puso un día su jersey y que se peinó de manera diferente.

Se insistió en que pudo haber fraude, pero se averiguó que Reena no sabía nada de su presunto asesino y que las dos familias no tenían por qué conocerse, porque sus domicilios estaban muy alejados uno del otro. 


La única explicación posible era que Reena logró conocer un aspecto de su vida anterior. Pero fue solamente una vida, no cinco como en algunos casos presentados.

Otro caso de supuesta Reencarnación -protagonizada por hindúes- sucedió un domingo de septiembre de 1974, pero no en la India, sino en el pueblo de Lotusville, cercano a Durban, en Sudáfrica: 


La señora Raltan salió de su casa con sus hijos, siendo la 10 de la mañana. Ella y su marido habían emigrado al lugar desde la India y pertenecían a la casta superior. Su hija, de 4 años, Vashnee, se puso a gritar -de repente- que se llamaba Sudima y que vivía en New Glasgow, suburbio de Durban, en compañía de cierto Kemla, en una casa pintada de azul, hecha de tablones. Decía que ella iba al río a lavar la ropa. Añadió que Kemla era su hermano y que ella tenía 8 años y era la hermana menor, que sufrió fuertes dolores estomacales un día y murió.

El caso fue estudiado por David Scott, de la Asociación Sudafricana de Investigaciones Psíquicas, quien verificó todo cuanto podía haber de cierto. Estuvo en casa de Kemla y habló con la abuela, pero ésta declaró que jamás conoció a ninguna Sudima. Sin embargo, Vashnee supo contestar correctamente a todas las preguntas que se le hicieron sobre Kemla y la casa. Habló después de la abuela y de su hija muerta hacía 20 años, que se llamó en vida Anishta. Se enteró Scott que los sacerdotes hindúes dan un nombre especial a los recién nacidos, que no es para el uso diario y que, en el caso de Anishta, había sido Sudima, precisamente.

Ian Stevenson, profesor de Psiquiatría de la universidad de Virginia, en Charlottesvile, publicó un informe sobre 79 niños de Estados Unidos que parecían recordar sus vidas anteriores. Stevenson es, sin duda, el especialista occidental que con mayor interés ha estudiado este fenómeno. Comparó los resultados con algunos casos de la India y vio que los niños norteamericanos daban mucha menos información. 



En la mayoría de los casos, en ambos países, los niños eran de corta edad y recordaban el aspecto más dramático de su anterior existencia: una muerte siempre violenta. 


En total, suman 1.600 los casos estudiados por el Dr. Stevenson, quién llegó a una importante conclusión: el 85% de las personas que afirmaban haber vivido una existencia anterior mencionaron que habían perecido de manera violenta, casi siempre asesinados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario